Las bajas temperaturas de estos días no solo comprometen la seguridad en la conducción, sino que afectan al funcionamiento normal del vehículo. Entre otras cosas, provocan un mayor consumo de combustible.
La pregunta es: ¿se puede evitar?
Los temporales de este invierno están inundado los informativos y las redes sociales de estampas blancas. La nieve, el hielo y las bajas temperaturas van a afectar al consumo de combustible de tu vehículo; más si este ha estado aparcado en el exterior.
Hay que tener en cuenta que los vehículos están preparados para soportar mejor rangos altos de temperaturas, que cifras extremas más bajas. Con climas que rocen los 0ºC, se estima que el consumo de combustible puede subir en torno a 10-15 por cierto.
Hay un motivo lógico que relaciona el frío con el aumento del consumo de combustible. El motor de combustión está diseñado para funcionar a una determinada temperatura. Para llegar a ella desde temperaturas bajas externas, inyectará más combustible. Y no solo eso, también aumentarán consecuentemente las emisiones que este produzca.
El aceite del motor también se verá afectado de no llegar a su temperatura idónea. Esto provocará que sus propiedades de lubricación se reduzcan. Con una mayor fricción en el motor, se necesitará más energía y nuevamente un mayor consumo de combustible.
Cuando el aire que hay dentro de los neumáticos se enfría, merma y hace que la presión de los mismos disminuya. Al reducirse la presión aumenta la superficie de contacto del neumático en la carretera. A mayor rozamiento de la cubierta con el asfalto, más consumo de combustible.
El sistema eléctrico es uno de los elementos que, con bajas temperaturas, más afecta al consumo. En condiciones de frío se hace más uso de la calefacción, climatización, sistemas radiantes de los asientos o de los cristales. Todo ello repercute en el consumo. Además, el alternador y la batería tendrán que trabajar más para producir energía eléctrica.