Durante el verano igual has hecho más kilómetros de los habituales o te has despreocupado algo del vehículo. Ahora que parece que el calor se ha ido -o se está yendo-, es momento de evaluar cómo el estío ha tratado a tu coche.
Al desgaste natural producido por el uso, se suman el calor, la sal y la luz de verano. El otoño es la estación perfecta para mimar tu vehículo en un taller de confianza y poder seguir circulando con total garantía de seguridad.
Pintura de la carrocería
Ante el sol estival, sus altas temperaturas y el salitre, la mayor damnificada es la pintura de la carrocería. Su deterioro se puede evitar en cierta medida lavando el coche más a menudo y dándole una cera protectora tras el lavado.
Maleteros vacíos
Hay quien tiene el concepto de que el maletero es un trastero móvil. Tanto es así que llegará el día en que algún canal temático se haga subastas de maleteros. En cualquier caso, una vez terminadas las vacaciones es momento de vaciarlo.
Parece baladí, pero no llevar peso adicional en la parte trasera optimiza el consumo de combustible y, aún más importante, minimiza el riesgo de desplazamientos en caso de colisión o frenazo brusco.
El caucho del vehículo
El asfalto caliente y la velocidad producida por las ganas de “llegar al pueblo” han podido hacer estragos en las cubiertas. Llegado el otoño es momento de revisar la presión y el dibujo de la banda de rodadura. Si acostumbras a llevar neumático estacional, es momento de hacer el cambio a neumáticos Todo-Tiempo o de Invierno.
Otro elemento de caucho que suele afectarse por el sol son los limpiaparabrisas. Con la llegada de las lluvias del otoño es fundamental que se encuentren en perfecto estado. Sustituirlos en tu centro de confianza, no tendrá un desembolso muy importante y seguro marca la diferencia en cuanto a visibilidad y seguridad.
Las entrañas de la bestia
Aunque no quede al alcance de los ojos, el corazón del coche debe inspeccionarse con cuidado. ¿Cuándo fue la última vez que se revisaron los niveles de los líquidos del motor? Es habitual hacerlo al salir de viaje, pero tan importante o más es realizarlo al regresar.
El líquido refrigerante y el aceite es lo mínimo, habitual e imprescindible, pero tampoco te olvides del agua del limpiaparabrisas, el de la dirección y el de frenos. Aunque todos los niveles sean los adecuados, plantéate hacer una sustitución cuando lo determine tu técnico de confianza, ya que estos se deterioran.
La batería y el frío
Un elemento que se ve especialmente afectado en su rendimiento por estos primeros fríos del otoño es la batería del coche. Este es el momento indicado para revisar su estado y evitar que llegue una fría mañana en la que el coche no encienda.
Conducción prudente
Las carreteras secas y los días luminosos invitan a una conducción “deportiva” a la que no hay que acostumbrarse. Las balsas de agua e incluso las hojas mojadas pueden producir el tan temido aquaplaning.
Y para terminar, te recomendamos que pidas cita en tu taller de confianza antes de que nos adentremos más en el otoño y pongas tu coche a punto. Por aquel doble tópico que dice que hombre y mujer prevenidos, valen por dos y que más vale prevenir, que lamentar.