Un examen adecuado y periódico de nuestro coche contribuye, por un lado, a alargar su vida y, más importante aún, favorece las condiciones óptimas de seguridad en la carretera.
En las siguientes líneas vamos a repasar los elementos más importantes que deben ser revisados programadamente:
Sabemos que el lubricante, específicamente formulado para cada tipo de motor, es esencial para evitar las fricciones en el mismo. Entonces, al cambiarlo regularmente se consigue un mejor rendimiento del corazón del coche. Generalizando, porque depende de muchos factores, lo habitual es hacer un cambio de aceite cada 15.000 kilómetros y revisar el nivel una vez al mes o cada 1.000 kilómetros. Y atención al filtro: si se obstruye puede ocasionar una avería muy cara.
El neumático es el elemento que une la carretera con el vehículo. Viene a ser como los zapatos de una persona… que pudiese correr a 120 km/h, claro. Los paneles de las propias vías recomiendan revisar el estado de los mismos, y no es gratuito. Las cubiertas son un elemento fundamental para la seguridad. La vida de un neumático es muy relativa porque se ve afectada por infinidad de variables, desde la marca hasta la forma de conducir. Su revisión pasa por comprobar su desgaste y su presión, entre otras cosas.
Las pastillas de freno delanteras tienen un mayor desgaste que las traseras, ya que la mayoría de los modelos en circulación son de tracción delantera. El desgaste mínimo se marca entre los dos o tres milímetros. Cuando se cambian, precisan un rodaje de adaptación (entre 500 y 1.000 km) en el cual se recomienda aumentar la prudencia y distancia de seguridad.
Es un elemento cuya ruptura puede ocasionar una avería costosísima en el motor del vehículo. Por ello, se recomienda una revisión entre antes de los 100.000 kilómetros o 10 años. Mucho ojo, porque algunos kits incluyen bomba de agua. Si es así, se suele hacer el cambio o revisión conjuntamente.
Se recomienda cambiar este líquido cada dos años. Al sustituirlo, no debe entrar aire en el depósito del líquido de frenos, ni derramarse sobre la carrocería, pues es muy corrosivo. Por ello, también hay que evitar su contacto con la piel.
En cada oportunidad se recomienda revisar los líquidos del motor (limpiaparabrisas, anticongelante y dirección), la batería, escobillas, filtro de habitáculo y, aunque parezca una tontería es importante para la seguridad, el estado de limpieza interno y externo del vehículo.
Y es que ya se sabe que persona prevenida vale por dos y, también, más vale prevenir que lamentar…